lunes, 25 de enero de 2010

LIMA-MONTRÉAL-ACHO

  1. Es cierto, los buses olían a una extraña mezcla de desodorante y gasolina, esto sin mencionar lo grave que era cuando un bus iba lleno, sobre todo en las horas de tráfico vehicular donde los buses que eran micros parecían camiones de carga y no precisamente de personas, cierto la alta velocidad y ésta misma sobre los malditos baches y curvas, cierto también, que al fondo habían más personas sentadas que asientos, son ciertos, cómo no, el estrés de visera, el sudor psíquico, el reclamo bífido, el rico vaivén, la radio amegafoneada, las mismas calles turbulentas que tras las ventanas íbamos dejando sin ninguna pena, son ciertos, pero... sean o no el bus, la hora punta, el mismo cobrador apoliglotado, lo cierto es que siempre había un digno y excelentísimo caballero que sin pensar tanto, te echaba un ojo, se paraba y te cedía su asiento, Roberta. Ahora que me vas decir sí o no?
  2. Es de noche, hace frío, nieva, la ciudad por los suelos encendida, los buses programados a la hora (al minuto) en los paraderos, fríos de cara y zampones mentales en la fila, choferes con la bocina en sus saludos, el bus avanza como no queriendo, el contacto de la nieve y las llantas vienen a sonar como la música que no chilla en sus radios, es hora punta y el tráfico va ocupando (ojo con esto) sólo dos carriles, tiempo suficiente para que una página de libro se pierda en unos anteojos o unos iPods vayan promulgando orejas potenciales, mientras al frente siete casacas van cruzando la pista con el único! peligro de no resbalarse, el semáforo florece y el tráfico es una mera ilusión de antiguo pasajero con boletos, el bus avanza como bostezando, moviéndonos ligeramente el cansancio tras ventanas empañadas que van deformando las calles, ciegas casacas echando miradas de silencio, paseando sus olores y estornudos en inocentes pasamanos-pasaguantes bajo esta noche encendida y llevóse...subimos salpicados de nieve, te avanzas cada pierna con esfuerzo centrífugo mientras yo te voy dando patadas por dentro, en tanto que el bus avanza tiritando y ni un despistado o despistada se levanta y nos cede el asiento, mamita.

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